Una de las constantes vitales de las narrativas pedagógicas ha sido la vinculación del juego infantil con la educación. El estudio de su relación en perspectiva filosófica está teñido de paradojas y tensiones que, a menudo, han planteado la materialización de su uso en la práctica educativa de maneras diversas y hasta opuestas. Este artículo trata de contener nuevas formas de interpretación de las relaciones entre lo lúdico y lo educativo desde un enfoque conciliador. En este trabajo, dicha relación se explora desde las obras de tres pensadores pragmatistas coetáneos de finales del siglo xix: Jane Addams, John Dewey y George Mead. La presente contribución analiza cómo las obras de los tres autores sugieren que la posibilidad de la relación de lo lúdico y lo educativo no se encuentra tanto en el desarrollo de un material potencialmente educativo, un método de enseñanza extraordinario o el estricto desarrollo de un currículo escolar. Más bien, su aportación significativa se concentra en la convicción de que el juego podría ser crucial para el cultivo de la democracia. En concreto, Addams y Dewey confiaban en la experiencia estética del juego como una de las posibilidades más poderosas para no solo mantener viva la democracia, sino también cultivar una ciudadanía cosmopolita.

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