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El recreo no es solo una oportunidad de descanso para los alumnos, es un factor muy necesario para el correcto desarrollo de la infancia y un potente protector de la salud mental. Aun así, sigue habiendo centros escolares donde, como reprimenda por las conductas inadecuadas de los niños, se les resta tiempo de recreo o directamente se les castiga sin él.
Por este motivo, el Observatorio del Juego Infantil recuerda que el juego es un derecho reconocido por el artículo 31 de la Convención de los Derechos del Niño, tan importante como lo es el derecho a la educación, a la alimentación o a la salud.
Y más allá de un derecho, el juego es una necesidad imprescindible para el desarrollo de la infancia y para el correcto desarrollo de las aulas. Durante el recreo, a través del juego, se trabajan múltiples procesos intelectuales, como el razonamiento lógico, el pensamiento abstracto, la memoria, la atención, el vocabulario, se adquieren competencias socioemocionales y habilidades sociales. Cuando dejamos que los niños jueguen libremente sin ningún adulto que les guie, permitimos que madure la función ejecutiva, que es la capacidad que tenemos de orientarnos a las metas, de planificar, corregir, dirigir, supervisar o mantener la atención.
Para garantizar este derecho, desde el Observatorio del Juego Infantil han lanzado el manifiesto “¡Protejamos el recreo!”, que incluye las siguientes reivindicaciones:
1. El juego es un derecho que debe ser garantizado
Es tan importante como la salud o la educación. Respetar el recreo y, por lo tanto, el tiempo de juego en los centros educativos es clave para garantizar el aprendizaje y un desarrollo psicosocial saludable.
2. Como adulto, ¡da un paso atrás!
La labor del adulto debe ser respetuosa con el juego de niños y niñas. Esto implica que, a veces, los adultos no deben intervenir directamente. En caso de que el adulto participe, debe ser consciente de que tiene que abandonar el rol directivo y tomar un papel secundario, colaborador en el juego, salvo para establecer límites en la seguridad física o psíquica de los menores.
3. Conecta con la naturaleza
Los niños necesitan estar conectados al medio natural. Ofrece oportunidades de juego en entornos donde haya árboles, plantas, tierra y arena antes que en otros espacios artificiales.
4. Invítales a experimentar todo tipo de juegos
Las pistas deportivas muestran solo un modo de uso del espacio que no debería determinar la jornada del recreo. Es importante que se expongan a diversos tipos de juegos: simbólicos, físicos, de mesa, tradicionales. Desde el juego libre inventado por ellos mismos hasta el juego estructurado por normas.
5. Ayúdales a fomentar el juego inclusivo desde distintas formas de agruparse
Es esencial que en la niñez experimenten distintas formas de agruparse: grupo-clase, entre distintos grupos de distintas edades, en cuartetos, tríos, parejas, etc. Ningún niño debería quedarse solo en el recreo. Jugar también significa convivir con personas de diferentes edades. Los mayores enseñan desde el ejemplo a los pequeños y los pequeños enseñan a adaptar su lenguaje y su pensamiento a los mayores.
6. Experimentar con todos los sentidos
En una época predominantemente visual y digital, ayúdales a realizar actividades que pongan en juego todos sus sentidos. El tocar, oler, escuchar, sentir y observar son capacidades que merecen la pena ser cultivadas.
7. Dale una vuelta al material de juego
Los materiales deportivos son un excelente complemento que puede enriquecer el recreo. Igualmente importante son otro tipo de materiales que inviten a la expresión artística, como disfraces, instrumentos o pinturas. Y, si no se tienen ciertos materiales, quizás puedan ser creados y elaborados por los niños y niñas.
8. Incítales a cambiar el ritmo
Cualquier juego puede cambiar por completo si se modifica su velocidad. Ante la aceleración predominante en la vida, sugiéreles alteraciones en el ritmo de los juegos, para que puedan apreciar otros detalles que la velocidad no siempre permite percibir.
9. Los niños y niñas tienen que ser corresponsables de la organización del recreo y de sus propias actividades
Hay que preguntarles, dejarles decidir y dejarles hacer. Así, colectivamente aprenden a tomar decisiones, respetar y a tolerar sus diferencias e identificar sus similitudes.
10. ¡No te olvides de divertirte y hacer disfrutar a los demás!
El patio es un lugar para experimentar emociones de todo tipo, pero ante todo tiene que ser un lugar amable para todos y todas. Invita a los niños y niñas a pensar cómo un juego puede ser más divertido no solo para sí mismo, sino para los demás. Ayuda a los niños y niñas a vivir con alegría, entusiasmo y optimismo la aventura de jugar.